Por: Javier Lozano
La maestra Gordillo, una de los personajes más beneficiados del sistema; producto de los gobiernos priistas: Elba Esther Gordillo fue una manufactura del aparato gubernamental federal, que les permitía tener el control absoluto de las bases magisteriales. La ex dirigente del sindicato de trabajadores de la educación (SNTE), fue una de las principales operadoras de las instituciones al servicio de los poderes del estado: en temas políticos-electorales. Como consecuencia de su labor: fue beneficiada con muchos espacios de la función pública para su principal estructura, así mismo, con posiciones y escaños en el poder legislativo.
Acostumbrada a los acuerdos políticos y de corte educativo, la maestra Elba Esther busca nuevamente entrar a la escena mediática de la vida pública de nuestro país; esta vez, bajo ciertas circunstancias y procesos que inclusive la llevaron a prisión por sus excesos y enriquecimiento ilícito que fue producto de las aportaciones magisteriales.
Gordillo en esta ocasión se encuentra en un terreno escabroso; prácticamente ha perdido parte importante de su estructura en la dirigencia magisterial; sin embargo, existen muchos profesores que son fieles seguidores a su estilo.
Acostumbrada a los episodios y capítulos más oscuros del sindicalismo en nuestro país: la maestra gordillo pretende nuevamente ser candidata a dirigir al sindicato nacional de trabajadores de la educación: que constituye la gran plataforma económica y política del país para sus aspiraciones nuevamente.
No solo eso, también quiere participar he influir en lo que llamo la “reformita” del presidente López Obrador, que son prácticamente los cambios secundarios que aún están pendientes en la cámara de diputados para su aprobación y publicación.
En la actualidad la maestra Gordillo ha comenzado a esbozar lo que seria su regreso al sindicato de trabajadores de la educación; me da la sensación que esta ocasión bajo ciertos elementos que no coadyuvan mucho para retornar a aquellos años maravillosos y de lucidez de un personaje que parecía prácticamente omnipotente por la relación implícita y copartícipe de los gobiernos federales. Lamentablemente la SNTE perdió fuerza y credibilidad; siempre se ha caracterizado por ser un sindicato blanco; sin capacidad de movilización; sin un poder de convocatoria para reestructurar los programas que se fundamenten en las necesidades y carencias del sector educativo.
La CNTE, rebaso la capacidad de negociación con todas las autoridades estatales y sobre todo federales; el SNTE, fue un espectador pasivo. Eso le permitió marcar la ruta de trabajo técnico-pedagógica en las labores con el actual gobierno en materia de reajuste y reorganización del rubro educativo.
Ahora: Elba Esther se encuentra sola; sin ninguna condescendencia de alguna autoridad gubernamental; sin el aparato total de la SNTE; la cúpula de Gordillo se ha debilitado por el rompimiento que tuvo primeramente con Enrique Peña Nieto; y posteriormente sin el respaldo de López Obrador. Es cierto, la SNTE tiene el reconocimiento legal ante las autoridades; sin embargo, la CNTE mantiene la interlocución y la mesa activa de negociación: esta vez, bajo una coyuntura distinta.
Notas finales: Los temas siguen en la mesa; no existe aún acuerdo con la dirigencia centista; si hay voluntad, pero también puede haber cerrazón del gobierno. Ya hubo un anuncio de propio López Obrador: “si la actitud de los maestros siguen vigente, el contenido se quedara como antes”; una desafortunado posicionamiento. Todos estos años se ha visto reflejado que el contenido ni siquiera refleja las carencias de los ambientes educativos; son recomendaciones y planes copiados de otros organismos como la OCDE. Sería un retroceso, volver a los callejones de un desarrollo obsoleto y poco rentable; constituiría no solo el regreso y la continuidad del vicio gubernamental, sino, un pasaje de un desarrollo que solo pondera a las clases más pudientes del país.